9 Todos a una bendijeron entonces a Dios misericordioso y y
sintieron enardecerse sus ánimos, dispuestos a atravesar no sólo a hombres,
sino aun a las fieras más salvajes murallas de hierro.
10 Avanzaban equipados, con el aliado enviado del Cielo, porque el
Señor se había compadecido de ellos.
11 Se lanzaron como leones sobre los enemigos, abatieron 11.000
infantes y 1.600 jinetes, y obligaron a huir a todos los demás.
12 La mayoría de éstos escaparon heridos y desarmados; el mismo
Lisias se salvó huyendo vergonzosamente.